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RELACIÓN ENTRE INTELIGENCIA EMOCIONAL Y RESILIENCIA

RESILIENCIALa palabra «Resiliencia» proviene del término latino «Resilio», que significa volver atrás, volver en un salto, rebotar. El término fue adaptado por las Ciencias Sociales para caracterizar a los sujetos que, a pesar de haber nacido y vivido en situaciones de adversidad, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos. En castellano, tradicionalmente el término resiliencia se usa en el campo de la física y se refiere a la capacidad que tienen los cuerpos para volver a su forma original después de haber sufrido deformaciones producto de la fuerza (Suárez, N. 2004).

resilienciaEn psicología se conoce la Resiliencia como la capacidad que tienen las personas para afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida, saliendo incluso fortalecidos (Melillo y Suárez Ojeda, 2001). Según Rutter (1993) se trata de un proceso interactivo en el que participan factores personales (de riesgo y de protección) y del ambiente familiar, social y cultural. La resiliencia es así un proceso dinámico dependiente de factores internos y externos que configuran lo que se denomina Potencial Resiliente (Tusaie y Dyer, 2004).

La resiliencia no sólo es un fenómeno que observamos a nivel individual, también podemos hablar de familias resilientes y de grupos y comunidades con características resilientes. En este sentido se la podría definir como «Una capacidad universal que permite a una persona, grupo o comunidad prevenir, minimizar o superar los efectos perjudiciales de la adversidad (The International Resilience Project, Canadá 1996).

Algunas investigaciones realizadas sobre Resiliencia han permitido comprobar que hay ciertas características estables de personalidad tales como la esperanza, la felicidad y el optimismo, que pueden mediatizar el impacto que producen determinados estímulos estresantes (Brodkin y Coleman, 1996; Fredrickson, 2001; Tugade y Fredrickson, 2004).

Por otra parte otros autores observaron que quienes se sobreponen positivamente frente a la adversidad presentan mayores habilidades sociales y emocionales, respecto a quienes sucumben ante la misma. Es decir que los sujetos resilientes manejan y comprenden mejor sus emociones.

Los resultados obtenidos en otras investigaciones indican que las personas con altos niveles de Inteligencia Emocional muestran más Satisfacción Vital, y también tienen mayores Factores de Protección Personales, Familiares y Fuentes de Resilencia más altas.

Por otro lado Darío Páez et al, 2007 comprobaron que los jóvenes con apego seguro y una alta Inteligencia Emocional auto-percibida y de rendimiento, hacen mayor uso de la reevaluación positiva ante situaciones que provocan ira o tristeza – reconstruyen la situación centrándose en lo positivo, auto-reconfortándose y minimizando sus consecuencias negativas-. Asimismo, quienes presentan un estilo seguro y mayor capacidad de modificar sus estados de ánimo en las relaciones interpersonales, tienen mayor auto-control ante la tristeza en base al uso de respuestas de aceptación, sugiriendo que aguantar e ignorar la situación, aprender a vivir y aceptar el estrés interpersonal es eficaz.

RESILIENCIA2De lo anterior podemos inferir una relación entre la resiliencia y la educación emocional. Se podría decir que un nivel elevado de Inteligencia Emocional tendría una función tanto protectora como recuperadora del ajuste emocional y de la salud mental (P. Berrocal, 2006), buen argumento por tanto para estimular una vez más los programas de educación emocional para los niños.

En una ocasión me recomendaron un manual de técnicas terapéuticas para apoyar la resiliencia de niños, niñas y adolescentes. Este manual se llama «La fiesta mágica y realista de la resiliencia infantil», sus autores son Dr. Jorge Barudy Labrin y Maryorie Dantagnan, es de Gedisa Editorial y su ISBN: 978-84-9784-613-4.

En este manual han incluido una metáfora de los pedagogos Ana Forés y Jordi Gravé que resulta muy ilustrativa para comprender qué es la resiliencia.

“Una hija estaba muy molesta porque parecía que cuando un contratiempo se les solucionaba, aparecía un problema nuevo aún más complicado. Habló de ello con su padre que era jefe de cocina. La miró y, sonriente, cogió tres ollas. En un puchero puso algunos huevos, en otro, algunas zanahorias y en una tercera ollita, café. La joven se quedó pasmada pensando que su padre no la escuchaba, como ya era habitual, porque en lugar de proporcionarle una respuesta se ponía a cocinar. Despúes de veinte minutos de cocción, el padre le preguntó a la hija. “¿Qué ves?” La chica quedó atónita. “¡Qué quieres que vea? ¡Como no me haces ningún caso mientras cueces huevos y unas zanahorias y haces café!”, respondió medio enfadada. El padre imperturbable la invitó a palpar los tres ingredientes. La joven azorada le preguntó qué significaba. Él le respondió:

“los huevos eran frágiles antes de la cocción, y ante la adversidad (el calentamiento con el fuego) se han vuelto duros; las zanahorias, en cambio, eran duras y con el fuego se han vuelto blandas; en cambio, el café, cuando ha sido calentado ha sido incluso capaz de poder transformar su contexto: el café ha transformado el agua. ¿Qué deseas ser tú hija mía, ante las adversidades? Ojalá seas como el café que cuando aparezcan los problemas o las adversidades, seas capaz de ser fuerte, sin dejarte vencer ni aislarte, salir airosa e incluso mejorar tú misma consiguiendo cambiar tu entorno”.
Como conclusión transcribo también la lectura personal que estos dos pedagogos hacen del fenómeno de la resiliencia:

«es una metáfora sobre las posibilidades de reconstrucción humana que apuesta por suministrar un manto de caricias proveniente del contexto social a la persona herida, con el objetivo de permitirle desarrollar aquellas capacidades y habilidades que le pueden catapultar hacia su transformación».

Montse García

BIBLIOGRAFÍA
Monográfico «Resiliencia» – Martha Nohemi Caraveo Pacheco.
Evaluación de la Inteligencia Emocional, La Satisfacción Vital y El Potencial Resiliente en una muestra de estudiantes de psicología – Mikulic, Isabel María, Crespi, Melina Claudia, Cassullo, Gabriela Livia.
¿Cómo favorecer la resiliencia? – Rosalía Peña Sarmiento ( http://www.blogseitb.com),
«La fiesta mágica y realista de la resiliencia infantil»- Dr. Jorge Barudy Labrin y Maryorie Dantagnan.
 
 


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LA IRA

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. 

Pero enfadarse con la persona adecuada, 

en el grado exacto, en el momento oportuno.

Con el propósito justo y del modo correcto, eso,

ciertamente, no resulta tan sencillo.

Aristóteles, Ética a Nicómaco.

 ira

La ira o la rabia es una de las llamadas emociones primarias y por tanto universal, y emerge en los primeros momentos de la vida de los seres humanos. Las otras emociones primarias son: la sorpresa, el asco, el miedo, la alegría y la tristeza.

Las emociones primarias son procesos directamente relacionados con la adaptación y la evolución, tienen un sustrato neural innato, universal, y un estado afectivo asociado único.

El resto de las emociones se denominan secundarias y son fruto de la socialización y del desarrollo de las capacidades cognitivas. Algunas de ellas son: culpa, vergüenza, orgullo, celos, empatía… A diferencia de las primarias, las emociones secundarias empiezan a surgir a partir de los 2 años y medio. En estas edades ya empezamos a observar que los niños comienzan a sonrojarse, a avergonzarse en público por haberse caído, intentan consolar a otro niño al que han pegado, etc…

Las emociones primira2arias cumplen una serie de funciones importantes entre las que destaca la función adaptativa. Esta función prepara al organismo para que ejecute eficazmente una conducta exigida por las condiciones ambientales.

Así la función adaptativa que cumple la Ira es fundamentalmente la  autodefensa.

¿Y cómo nos ayuda la ira a defendernos?

  • Movilizando la energía necesaria para reaccionar, defendiéndonos y/o atacando, en los momentos en que nos sentimos en peligro.
  • Permitiéndonos eliminar obstáculos.
  • Intentando inhibir las reacciones indeseables de otras personas para evitar una situación de controntación. Hay que tener en cuenta que la ira no siempre tiene que concluir en agresión.

La ira se desencadena sobre todo cuando experimentamos situaciones frustrantes (como el que nos impidan obtener aquello que queremos) y también cuando estamos ante situaciones aversivas (las personas con dolor crónico a menudo manifiestan sentimientos de ira y hostilidad).

Si trasladamos esta emoción al ámbito infantil, podemos concluir sin lugar a dudas que uno de los problemas más comunes con el que se encuentran actualmente los niños está relacionado con su dificultad para controlar la ira.

Se especula con el hecho de que actualmente hay más niños con problemas de autocontrol que en ninguna otra época. Algunos estudiosos piensan que esto se debe a que tienen una deficiente educación emocional.

Sin embargo, es posible enseñar y aprender educación emocional. Con los niños este aprendizaje se puede hacer  por medio de actividades lúdicas, lectura de cuentos, juegos y dinámicas grupales que les permiten adquirir y practicar las habilidades adecuadas para incrementar su CE (Coeficiente emocional).

Concretamente la ira es una emoción que debe expresarse de forma apropiada; no de forma impulsiva, ya que esto conlleva una falta de regulación emocional. Así, para que los niños puedan aprender a regular su ira, lo primero que deben saber es reconocer cuándo y en qué situaciones se enfadan, y aprender a proponer estrategias diferentes que les permitirán autoregular su comportamiento.

Son muchos los beneficios que puede aportar a nuestros niños el elevar su inteligencia emocional, entre otros, y tal como nos dice Rafael Bisquerra desde el Observatorio de Salud de la Infancia y Adolescencia, Faros, puede: «contribuir a disminuir la ansiedad, el estrés, la indisciplina, los comportamientos de riesgo, los conflictos, etc…» Asimismo una buena inteligencia emocional propicia también la tolerancia a la frustración, resiliencia y, en último término, bienestar emocional.

Autora: Montse García

Bibliografía
«La cara espejo de emociones» – Enrique G. Fernández-Abascal, Mariano Chóliz Montañés.
«Emoción y Motivación. La adaptación humana» – Enrique G. Fernández-Abascal, Mª Pilar Sánchez Jiménes, Mª Dolores Martín Díaz.
«¿Cómo educar las emociones? La Inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia» – Faros, Observatorio de salud de la infancia y la adolescencia.
«La inteligencia emocional de los niños»– Lawrence E. Shapiro.